EL TRÁNSITO MÍSTICO DE LOS OCHENTA
Hubo quien sugirió que imitaba el tránsito de una calle, con sus adoquines, su gris oscuro de asfalto, su panel publicitario al fondo, una calle ridleyscottiana de una ciudad futurista de mitad de los ochenta, habitada por ciudadanos de la república del ritmo y de los nuevos aires que venían allende las montañas, dentro del cascarón de un barrio medieval. A mí la palabra me provocaba místicas elucubraciones. Recuerdo imágenes: la Virgen María con rostro de Marilín en tránsito ascendente envuelta en una nube de mantos en remolino sosteniendo con ambas manos un miembro viril en erección, Cabañuz explorando con pinceles el misterio de la entropía en el cosmos azul, JAEN celebrando misas del sexo en el altar del dibujo y la plumilla, Sansebastianes transidos de sufrimiento místico en la imaginación de Romera, derviches giróvagos en ascensión y extasis ácido y electrónico, epifanías minimalistas de ingenuos mús