RUIDO DE SUEÑOS






La segunda mitad de los años ochenta fue, en el terreno musical, especialmente fructífera y creativa. Y el Tránsito fue como un radar que captaba toda aquella efervescencia: el acid house, el techno, la música africana, el rock gótico, la música industrial, el nuevo rock americano, el hip hop, el raï, la sono mondiale. El Tránsito tenía suficiente capacidad para asimilar todos estos y muchos otros estilos, además de unas ganas locas de celebrar toda esta creatividad a través de una serie de fiestas que marcaron una época en Huesca. Fue una forma de conectar a la ciudad con los núcleos reales de la cultura emergente internacional. Una antena parabólica que impidió el aislamiento de los oscenses más inquietos.

Y el Tránsito fue también el escaparate de los grupos que representaban la modernidad y la excitación del “sign of the times”, como cantaba Prince. Grupos que pisaron el pequeño escenario del Tránsito y que cubrían el amplio espectro estilístico que iba de Desechables a Rey Lui, pasando por New Buildings, Claustrofobia y, por supuesto, toda la incipiente escena oscense: Mestizos, los Muertos, Nightbirds, Tose y Mata, Círculo de Viena, Escoria Oriental, La Década del Arte y tantos otros que descansan en el sueño de los justos. El Tránsito sirvió la banda sonora de una época irrepetible, formada por el ruido de los sueños de todos aquellos que creímos en esa pequeña gran utopía. No en vano, mis sesiones como dj en el mítico local oscense, solían terminar con “In dreams” del bueno de Roy Orbison.

Y los sueños, sueños son.

Luis Lles

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